martes, 6 de enero de 2009

El día de reyes ya no es lo que era

Los días en los que era yo quien esperaba a que los Reyes Magos me dejaran regalos, las mañanas parecían más bulliciosas, desde las 8 de la mañana se oían niños jugando en la calle con sus nuevos juguetes: bicis, balones, camiones “Rico” (que me parecían enormes) con un mando de control unido al camión por un cable, patines… Sin embargo, ahora, la mañana del 5 de enero es más silenciosa, ya no hay niños en las calles jugando desde tan temprano.

Me sorprende cómo ha evolucionado la infancia y me hace pensar en el libro Bajo Presión de Carl Honoré, en el que habla del afán de los padres por controlar al milímetro a sus hijos, inculcando desde la más tierna edad el consumismo al proporcionarles todo lo que nos quieren vender (un niño puede ver en un año 40.000 anuncios), sobreprotegiéndoles y previniéndoles ante posibles riesgos. En muchos países, los gobiernos han prohibido actividades “¿peligrosas?” tales como las canicas, el juego de corre que te pillo o las peleas de bolas de nieve. Muchos niños con edades comprendidas entre los 8 y los 12 años nunca se han subido a un árbol porque sus padres piensan que es muy peligroso.

De modo que no es de extrañar que este día sea tan silencioso, los padres se sienten más tranquilos si los chavales están viendo películas en casa o jugando con la videoconsola, que si están viviendo aventuras reales, relacionándose con otros y enfrentándose solos a un mundo que consideramos demasiado hostil. Sin considerar que este mundo es producto de nuestro propio comportamiento, que todo esto es así porque lo hemos propiciado nosotros.

Pero no sólo se conforman los padres con controlar el ocio, también se obsesionan en marcarles el camino a seguir, decidir qué es lo que más les conviene, saturarles de actividades para encauzarlos en el camino que les han impuesto como meta. Y este exceso de actividad (colegio, deportes, idiomas, música…) más la presión de tener que destacar en todo para ganarse la aprobación de los padres genera mucho estrés.

Tal vez los niños de aquí duermen calentitos y con el estómago lleno, pero dudo que sean más felices, ni que estén sanos, porque además del estrés son propensos a alergias e intolerancias alimenticias y tal vez sean, como en los países más desfavorecidos, privados de su infancia, no por la pobreza, sino por el excesivo control de los mayores.


Más información en
http://www.elpais.com/articulo/portada/Papa/dame/respiro/elpepusoceps/20081012elpepspor_7/Tes

4 comentarios:

Jose Coyote dijo...

Hacía tiempo q no venía por aquí a escribirte, es curiosa la vida, cuanto más nos vemos más dejamos por hablar entre líneas y los ojos dicen más que las palabras. el día de reyes era y es para mi eso, hablar sin palabras de ilusiones, sueños de niño que amanece despierto, y es cierto, la edad digital los ha hecho sedentarios. De todas maneras tengo esperanzas de subirme al camión Rico de tu primo, el mío no tenía cables, pero hacía pasillos que daba gusto... Creo que del día de reyes podría estar hablando por horas y aburrir a un santo, me quedo con esa mirada abierta de ilusión, no tanto por lo material, sino por la esperanza de un amanecer mejor al día anterior. Felices reyes, un abrazo.

EsTelaMarinera dijo...

A ver si recuperamos la ilusión de niños, o si aun la conservamos que los golpes de la vida no nos la hagan perder y que sigamos conservando el anhelo de vivir nuevos amaneceres.
Besos

emejota dijo...

Recuerdo un dia de Reyes (esto es veridico...jiji): Me levanto, me dirijo al salon, veo toda aquella cantidad de cosas por alli desperdigadas/ordenadas por los "Magos de Oriente" y caigo redondo al suelo... literalmente me desmaye. ¿Por que? Supongo que por la emocion. Esto ocurrio hace ya mucho tiempo y sin embargo esa sensacion, ese recuerdo lo tengo clavado en mi mente...
Bueno, lo que quiero decir es: ¿Donde esta esa ilusion? ¿Existe aun? ¿O simplemente los niños de hoy dia se las saben todas? Claro, que uno no esta en casa de todos, y no puede saber realmente lo que ocurre... Sin embargo, esa es mi sensacion.
Y como tu dices: ¿Donde estan esos peques corriendo por ahi... con sus bicis nuevas y demas? En fin.

Besos.

EsTelaMarinera dijo...

No me extraña que te desmayaras, conociendo la intensidad con que experimentas las emociones.
Me imagino el susto que se llevarían tu madre y tus hermanos. (¡ja,ja!)

Sé del caso de un niño al que lo único que le interesa es desempaquetar los regalos uno tras otro, pues una vez desenvueltos los deja de lado sin manifestar agrado o desagrado.
Una consecuencia más del consumismo que afecta desde la más tierna edad, producto de una educación poco solidaria y egoista, por conceptos mal entendidos de los propios padres, al creer que ofreciéndoles todo lo que piden los pequeños los harán más felices.
Yo discrepo, pues la vida tarde o temprano le ofrecerá un "no" a ese niño, pero como no estará preparado para asumir negativas, puede llegar a sentirte frustrado con mayor facilidad que otros niños que hayan aprendido que no todo se puede conseguir de la manera que ellos quieren.