martes, 4 de agosto de 2009

Bajo el bonsai


TRISTEZA, escarabajo

de siete patas rotas,

huevo de telaraña,

rata descalabrada,

esqueleto de perra:

Aquí no entras.

No pasas.

Ándate.

Vuelve

al Sur con tu paraguas,

vuelve

al Norte con tus dientes de culebra.

Aquí vive un poeta.

La tristeza no puede

entrar por estas puertas.

Por las ventanas

entra el aire del mundo,

las rojas rosas nuevas,

las banderas bordadas

del pueblo y sus victorias.

No puedes.

Aquí no entras.

Sacude

tus alas de murciélago,

yo pisaré las plumas

que caen de tu manto,

yo barreré los trozos

de tu cadáver hacia

las cuatro puntas del viento,

yo te torceré el cuello,

te coseré los ojos,

cortaré tu mortaja

y enterraré tus huesos roedores

bajo la primavera de un manzano.


Cuando las tortas llueven de todos lados y sin saber por qué.

Cuando nada de lo que haces es suficiente y a cambio del esfuerzo solo hay más y más exigencias cuesta no sucumbir al desánimo.

De modo que me voy a aplicar el poema de Pablo Neruda y a falta de manzano como tenemos bonsai en la oficina, "Tristeza, enterraré tus huesos roedores bajo el bonsai" que con tanta dedicación, con estos calores, cada dos días riego.