martes, 14 de julio de 2009

Amores sucios





Hay amores sucios CONTAMINADOS de egoísmo, CIEGOS porque todo lo permiten, DESPREOCUPADOS e INCONSCIENTES del deterioro que ocasionan.
Amores que durante el periodo en que no rompen el corazón, con sus actividades destruyen el medio decorando nefasta y artificialmente el paisaje con pañuelos de papel y toallitas que fueron húmedas. CIEGOS amantes CONTAMINANTES, cómplices de la oscuridad nocturna, DESPREOCUPADOS por el aspecto que el lugar que propició su amoroso encuentro siga siendo bello mañana. Peligrosa INCONSCIENCIA que es capaz de convertir en estercolero los rincones más especiales.

miércoles, 1 de julio de 2009

A tus pies


- Estoy a tus pies - me dijeron los zapatos de tacón alto.
Y en un arrebato de coquetería me los calcé, sintiéndome más femenina que nunca.
Por una tarde decidí subirme al incómodo escalón de las pretenciones, de la pretención de ser más alta, de simular unas piernas más largas, la pretención de tener el cielo unos centímetros más cerca, de mirar a los ojos de los que son más altos sin tener que mirar hacia arriba para encontrarlos.
Por una tarde guardé mis zapatos planos y las botas de montaña para pasear por el suelo de callao del “Mentidero” del museo Antonio Padrón, que con tacones me pareció más difícil de recorrer que la bajada de Andén Verde a la playa de la Virgen después de la época de lluvias. Cambié los senderos entre pinos para mezclarme con el gentío que acudió a la exposición que inauguraba el curso de fotografía. Los alumnos del curso buscaban la mejor foto de los originales bodegones que adornaban artísticamente el patio, tremendamente incentivados porque las fotos que se exponían eran de muchos de ellos.
De camino al museo, cuando pasé por la plaza de Santiago de Galdar me pregunté si tenía sentido esa manera lenta de andar por ir subida al escalón de las pretenciones. Entonces escuché un piropo, al caminar lento me dio tiempo a escucharlo, a ponerme roja y a que se dieran cuenta de mi sonrojo, todo esto pude observar en mi lento avance hacia mi destino.
- Estoy a tus pies – volvieron a decir mis zapatos
- Pues como siga esto así, van a terminar en mis manos y a mis pies solo quedarían baldosas y asfalto. ¿Por qué me habré empeñado…?
- No te preocupes – me contestaron – Que pronto llegamos
- A este ritmo lo dudo – pensé – Este invento es la venganza de la búsqueda del amor desesperado.
Y con aire socarrón me preguntaron:
- ¿Así que es amor los que andas buscando?
Y seguro que si mis zapatos hubieran tenido cejas una de ellas se habría arqueado y agregaron:
- Yo te ayudaré a encontrarlo
Después de caminar torpemente sobre el callao del “Mentidero” las suelas se hicieron trizas. El tacón que se trababa entre las piedras provocó que se partiera la suela por la mitad, caminar con ellos se volvió tarea de equilibristas.
Aún con todo, después de quitármelos me volvieron a decir:
- Estoy a tus pies
Un poco resentida le contesté:
- Pues ni lo estás ni lo volverás a estar. Y menuda forma de encontrarme el amor haciéndome perder el equilibrio.
Pero ellos seguían en sus trece.
- Para enloquecer de amor es necesario andar un poquito desequilibrado
Estoy a tus pies y me he ocupado de dejar trocitos de mí por todos lados para que sea el amor el que te encuentre y que nunca pierda tu rastro.