El día de ayer fue muy pleno, llegamos algo más temprano que el día anterior, pero estábamos bajo amenaza de lluvia y no quisimos arriesgar.
Llegamos al parque natural de Deva y reverenciamos a un maravilloso roble, de esos que te dan ganas de quedarte pegada un rato cuando lo abrazas. Muy cerca de él se encontraba un Castro de los Astures y allí estuvimos especulando sobre las formas que podría tener la disposición de piedras inicialmente, continuamos por unos senderos de abundante vegetación autóctona y comimos en un adorable rinconcinto a la fresca, pues se metió bastante calor por el medio día.
De camino a un antiguo lavadero del que corría un escaso hilo de agua por la dureza del verano, rescatamos a una lagartija que había caído en un bebedero para las vacas.
Y a pesar de la caminata tuvimos la energía para hacernos la tarta de queso que queríamos cubrir con las moras que recolectamos el martes. Quedó de vicio...
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