La televisión, la gran invasora, ha llegado a la totalidad de los hogares. No importa el nivel económico o cultural que se tenga, lo más probable es encontrar al menos un televisor por casa. Y digo “al menos” porque sé de algunos hogares que tienen televisor en todas las habitaciones, excepto en el baño. Hogares en que siempre se oye el sonido de fondo de una tele mientras haya alguien en la casa despierto.
Un aparato que nos educó de niños, pues durante mucho tiempo fue nuestra “nani” mientras los “papis” realizaban sus tareas o descansaban. Y aún hoy nos sigue condicionando el pensamiento, marcando los ritmos, indicando qué es importante, qué nos tiene que preocupar, qué debemos comprar, qué es lo que necesitamos, cuando debemos empezar a vestir con ropa de otoño (aunque aquí en Canarias podamos llevar manga corta en noviembre).
Indicándonos hacia donde debemos enfocar nuestra atención y enraizando determinados conceptos o valores de manera continua y diaria que terminan convirtiéndose en nuestro sistema de creencias.
Y encima, nos quieren convencer de que la televisión es el portavoz de la opinión pública, cuando en realidad es el director de orquesta de la sinfonía social, estableciendo qué se debe desear y a qué se le debe temer. Con mensajes como "desea este fantástico coche de lujo", aunque sea el más contaminante, pero ni se te ocurra desear un coche eléctrico ni uno de propulsión de aire, entre otras cosas porque se tratará en lo posible de que ni te enteres que existan, pues su comercialización pondría en peligro el estatus de los que ahora controlan las riquezas.
Este es el inconveniente de haber optado por un entretenimiento pasivo que ni nos permite reflexionar sobre lo que vemos por la rapidez y la cantidad de mensajes con los que somos bombardeados.
Por el medio día veo el telediario, no sé si por inercia. Veinte minutos de información condensada, contada a velocidad supersónica, que casi no hay ni tiempo de cuestionar, ¡qué estresante! Durante publicidad ponen el anuncio de esa crema antiedad que combate los síntomas del estrés. Tendré que echármela si sigo viendo los informativos...¡ja!
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